jueves, 6 de agosto de 2015

Historia del Gran Ahino…




(Fotografía sacada de http://marbles.frothersunite.com/gobbo2.html)



“…zentaos y guardaz zilenzio zuzios kanijos!!!!”

Dijo gritando a pleno pulmón el jefe goblin nocturno dando algunos mamporros en las cabezas de sus tropas.

“…Ahora pazaré a contaroz la increíble hiztoria de nueztro gran jefe Ahino, que no ziempre fue el fiero guerrero que ez ahora. Azercaoz al fuego con vueztra rica zopa de zetaz gigantez…”

Mientras todos los goblin se arremolinaban frente al calor de la hoguera, el jefe se disponía a hablar fuerte y claro, todo lo claro que puede hablar un piel verde, para que ninguno de los presentes perdiera detalle de sus palabras.

Ahino, no siempre fue un gran y fiero guerrero del clan de la luna azul, el nació y creció como nosotros en estas sucias cuevas, golpeado como todos por nuestros hermanos mayores nacidos días antes…

Su nombre como el de todos fue impuesto por los demás, ¿o creéis que me gusta llamarme jefe pies de fango?

Él nunca estaba en el lugar adecuado en el momento adecuado, siempre tropezaba con todo y con todos, sobre todo con el antiguo gran jefe, del que ya no hablamos ni nombramos, el cual se enfadaba muuuucho con él golpeándole su nariz con su gran porra mientras le gritaba “fuera de aquí, no te quiero ver cerca de mí”, “estúpido enclenque no te metas por ahí que me lo vas a tirar todo”, “!ahí nooooo, que no te pongas ahiiiíííí!”… y otras lindezas menos agradables.

Tanto por ahí no, no te metas ahí, ahí te la vas a pegar, que entre todos le nombraron oficialmente Ahino y así fue como empezó la leyenda…

El por entonces pequeño Ahino tuvo un día su último y peor encontronazo con el antiguo gran jefe, el que no nombramos, cuando se disponía a meter su cuchara favorita en el gran caldero de sopa de setas, que hasta que no terminaba reventando de comer no dejaba paso a los demás, que teníamos que esperar gruñiendonos las tripas de hambre.

Ese fatídico día iba, como no, metiéndose por donde no debía, escurriéndose entre el caldero y la pared en busca de un pequeño escarabajo, de los que nunca cogía por su enorme torpeza. Pues en contra de todo pronóstico ese día de “suerte” para él se tornó en tragedia, cuando al levantarse de golpe y gritar de alegría, volcó el caldero delante de los pies del antiguo gran jefe, el que no nombramos, quemándole las piernas y produciéndole un enorme enfado.

Como consecuencia de tal torpeza el pequeño Ahino sufrió la golpiza más grande de toda su corta vida, de la cual su nariz nunca volvió a ser la misma, era pequeña como lo fue él, pero después de tantos porrazos que se llevó esta se tornó grande y rosada.

No solo sufrió una gran paliza, sino que fue desterrado de las cuevas principales y se le obligo a deambular por las oscuras y estrechas cuevas no exploradas, donde dice la leyenda que se encuentra la gruta de las setas gigantes. Solo podría volver si encontraba esa gruta y traía entre sus manos el delicioso manjar que es una seta gigante.

En este punto nadie supo más de él, y es donde surge su leyenda…

Todos lo daban por muerto de hambre, no era capaz de cazar un triste escarabajo, o devorado por algún garrapato salvaje, tampoco era un buen guerrero,  o quizás encontrara otra muerte peor si encontraba una gruta de ratas o de enanos.

Según cuenta él cuanto está de buen humor, al curársele la nariz días después se encontró que su olfato se agudizo mucho, cosa que le guió por las cuevas alejándolo del hedor de los garrapatos y ratas, o del extraño olor dulzón de la cerveza enana.

Un olor. Eso dice que lo llevo a recorrer las grutas más lúgubres, atravesando telarañas, escalando por chimeneas, deslizándose por toboganes de agua, hasta encontrar la gruta de las setas gigantes. Sus ojos y boca se abrieron tanto al ver tan increíble espectáculo que casi se le desencajaron. El suelo estaba plagado de setas de todos los tamaños y de todos los colores. De  las paredes y techo se descolgaban gusanos luminiscentes, que con sus cuerpos hinchados de raros fluidos iluminaban la gran gruta de colores brillantes.

En ese fabuloso lugar permaneció no se sabe cuántos días, comiendo de todo tipo de setas, insectos y algunos pequeños roedores, que pacerían adormilados después de comer unas extrañas setas moradas muy pequeñas, las cuales solo crecían un apartado rincón de la gruta.
Probó esas extrañas setas, las cuales describe con un nauseabundo sabor como a caca de troll mezclada con pis de serpiente alada…

El efecto en su pequeño cuerpo fue distinto al de los roedores, a él no le adormecían sino que le daban una sensación de fuerza, ganas de correr y trepar, de machacar setas con las manos, gritar hasta quedarse sin voz…

Eso hizo hasta darse cuenta que estaba solo.

A lo que en su mente le vino la cara de aquel malhumorado gran jefe que le dió su última paliza, del que sintió un ansia irrefrenable de venganza.

De las grandes setas que por allí crecían cogió la más grande que pudieron cargar sus enclenques brazos. ¿Enclenques? O había crecido mucho en su estancia en la gruta o la ropa había encogido de tamaño. Se sintió fuerte, grande, poderoso, incluso más astuto.

También se guardó alguna de sus extrañas setas moradas para sí mismo.

Con su olfato aún mejor que antes, encontró el camino de vuelta a las cuevas de la tribu, reconoció el olor de los que hace semanas dejó atrás no por deseo propio. Y también reconoció el olor del objeto de su venganza.

Mientras recorría las cuevas, apartando a sus antiguos compañeros a manotazos, decía en voz baja:

“… ahí no? ahí no??? que ahí noooo??? , te vaz a enterar ahora de quien ez Ahino!!!”

Sorprendidos todos por el regreso del “pequeño” Ahino, que ya no era tan pequeño, ahora sacaba una cabeza a cualquiera de nosotros, siguieron sus pasos hasta las puertas de la estancia del antiguo gran jefe, del que nunca más hablaremos, blandiendo su gran seta sobre los hombros, con una furia rojiza en sus ojos, gritando hasta retumbar las paredes, asestó un tremendo setazo a las podridas tablas destrozándolas de inmediato.

“…Jeeeeeefffeeeeee!!! Asoma tu capuchiiiiitaaaa!!!”

Raudo y veloz el antiguo gran jefe, no lo nombraré, agarro su porra para defenderse del ya no pequeño Ahino. Hinchado por su última y copiosa comida fallo su golpe, a lo que Ahino levantando nuevamente la gran seta sobre los hombros la dejo caer sobre la cabeza de su contrincante noqueándole a la primera.

No contento con ello, lo arrastro medio inconsciente hacia la gran cueva donde comemos, y allí delante de todos le siguió golpeando una y otra vez con la enorme seta, hasta que no quedo más que un charco sanguinolento de trozos de goblin esparcidos por el suelo.

El antiguo gran jefe ya no estaba con nos!

Después de tan tremenda gesta, respiro profundo mientras limpiaba su seta de sangre y la troceaba sobre el gran caldero, también añadió un trocito pequeño de sus extrañas setas moradas, agua hasta el borde y encendió la hoguera.

“Goblinz todoz, ya ninguno pazaremoz hambre, todoz comeremoz juntoz del manjar de laz grandez zetaz, yo oz laz traeré dezde el interior de laz cuevaz, ya nadie maz noz dará palizaz y yo me encargaré de ezo!

Ahora comez y cogez fuerzaz puez pronto zaldremoz a buzcar bronka!”

En ese momento había otro héroe entre nosotros, había renacido Ahino, el grande, el magnífico, el dador de setas, el explorador de las grutas, el benevolente con los verdes,…

… El Gran Ahino, el Azetador de Golpes!!!

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